Ante emergencia climática, ONU pide nuevos aranceles

Guterres argumentó que, a partir de 2025, los países en desarrollo necesitarán destinar al menos 40,000 millones de dólares anuales para cerrar esta brecha financiera.

En un mundo marcado por el cambio climático y sus efectos devastadores, la comunidad internacional se congregó en Bakú para la ceremonia de apertura de la Conferencia de las Partes (COP29). 

En este evento crucial, el secretario general de la ONU, António Guterres, tomó la palabra para abordar uno de los temas más urgentes de nuestro tiempo: la necesidad de un enfoque equitativo y sostenible en la lucha contra el cambio climático, poniendo especial énfasis en los desafíos enfrentados por los países en desarrollo. Su discurso resonó en un momento en el que el activismo climático y la conciencia global sobre la crisis ambiental han alcanzado nuevos niveles, y la urgencia por actuar se ha vuelto aún más palpable.

Contaminación en el transporte marítimo y aéreo

Guterres instó a los líderes internacionales a considerar la implementación de nuevos gravámenes sobre el transporte marítimo, la aviación y la extracción de petróleo y gas. Estos impuestos serían una herramienta innovadora para ayudar a los países más pobres a financiar su transición hacia fuentes de energía renovable. Destacó que, si bien los países en desarrollo son los que menos contribuyen al calentamiento global, son, sin embargo, los más afectados por sus consecuencias. Esta paradoja plantea retos significativos, ya que las naciones en vías de desarrollo batallan no solo contra las repercusiones de un clima cambiante, sino también contra la falta de recursos financieros para implementar soluciones sostenibles.

Financiación climática

Al referirse a la responsabilidad de los países que más contaminan, Guterres subrayó que “los contaminadores deben pagar”. Este principio de justicia climática se convierte en un pilar fundamental para garantizar que los más vulnerables, los que menos han contribuido a la crisis climática, puedan acceder a los recursos que necesitan. En un mundo donde las emisiones de gases de efecto invernadero se asocian directamente al bienestar de las grandes economías, Guterres enfatizó la necesidad de que los países ricos asuman su parte de la responsabilidad. Durante su discurso, el secretario general recordó que el tiempo es un recurso escaso y que la cuenta atrás para mantener el aumento de las temperaturas por debajo de 1,5 grados Celsius está en marcha. En sus palabras: “Escuchemos el tictac del reloj: estamos en la cuenta atrás para limitar el aumento de temperaturas, y el tiempo no está de nuestro lado”.

Guterres también hizo eco de un informe de Oxfam que revela una desigualdad alarmante en cuanto a las emisiones de carbono. Según el informe, los multimillonarios más ricos del mundo emiten más carbono en una hora y media que lo que una persona promedio genera a lo largo de toda su vida. Esta afirmación no solo pone de relieve la disparidad en las responsabilidades ambientales, sino que también plantea cuestionamientos éticos sobre cómo se distribuyen los costes y beneficios de nuestro actual modelo económico. Guterres argumentó que la financiación climática no debe verse como una forma de caridad, sino como una inversión vital en la estabilidad del planeta y el futuro de la humanidad.

Sin embargo, también reconoció que la situación actual es preocupante. Las cifras son desalentadoras: el secretario general advirtió que la brecha que enfrentan los países en desarrollo para adaptar sus sistemas a energías limpias podría alcanzar la asombrosa cifra de 359,000 millones de dólares para el año 2030. Esta cifra pone de manifiesto la complejidad de la transición y la urgencia de movilizar recursos significativos. Guterres argumentó que, a partir de 2025, los países en desarrollo necesitarán destinar al menos 40,000 millones de dólares anuales para cerrar esta brecha financiera. 

Sin embargo, resaltó que muchas de estas naciones no podrán alcanzar esta cifra por sí solas. Esto subraya la importancia de la cooperación internacional y el compromiso de las naciones más ricas para apoyar las iniciativas de sostenibilidad en el sur global.

Guterres ha centrado su mandato en la crisis climática, comprometiéndose a llevar esta problemática al primer plano de la agenda internacional. Su enfoque es claro: la transición hacia la energía sostenible no puede ser un lujo reservado para aquellos que tienen los recursos, sino una necesidad urgente y la responsabilidad de toda la comunidad global. La lucha contra el cambio climático no solo afecta el medio ambiente; está ligada a cuestiones de equidad social y desarrollo económico.

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