En un mundo donde las cadenas de suministro se rediseñan a velocidad vertiginosa, la logística ha abandonado su papel invisible para convertirse en protagonista del desarrollo económico. Mientras las tensiones geopolíticas y la búsqueda de resiliencia reconfiguran los flujos comerciales, dos países se miran en el espejo del comercio global con características sorprendentemente similares: España y México. Ambos comparten una ventaja que ningún desarrollo tecnológico puede replicar: estar en el lugar correcto del mapa.
España vive un momento dorado. Mientras Europa enfrenta una caída promedio del 11,6% en contratación logística, el país ibérico avanza en sentido contrario con un crecimiento del 18,2% en 2024. Este contraste revela algo más profundo que los números: España ha descubierto cómo convertir su posición geográfica en una ventaja competitiva sostenible. El sector representa ya entre el 8,5% y el 10% del PIB español, emplea a más de un millón de personas y crece a un ritmo que desafía las tendencias continentales.
México, por su parte, enfrenta un momento de definición histórica. El nearshoring ha generado un aumento del 35% en la demanda de espacios industriales, con más de 80 anuncios de inversión extranjera en los últimos dos años que suman más de 36,000 millones de dólares. La mitad de esta inversión corresponde a la industria automotriz, donde gigantes como Tesla, BMW y Audi expanden sus operaciones. Sin embargo, según el informe State of Logistics 2025, el país atraviesa una fase de pausa que podría determinar si capitaliza esta oportunidad o la deja pasar.
México: geografía privilegiada, desafíos urgentes
La posición de México entre dos océanos y como frontera natural con Estados Unidos lo coloca en una encrucijada estratégica. El Banco Interamericano de Desarrollo estima que el país podría captar hasta 35,000 millones de dólares adicionales en exportaciones anuales, cerca del 2.6% del PIB nacional. Los corredores logísticos del norte —Nuevo León, Tamaulipas, Coahuila— se han convertido en epicentros de la inversión extranjera directa, con Nuevo León absorbiendo el 27% de toda la IED relacionada con nearshoring en 2024.
El panorama, sin embargo, no está exento de sombras. La infraestructura logística enfrenta cuellos de botella significativos: puertos como Lázaro Cárdenas y Manzanillo presentan congestiones críticas, el sector ferroviario retrocedió su volumen de carga en un 2.3% en 2024, y el transporte marítimo proyecta una caída del 8.6% para 2025. Más allá de la infraestructura física, el déficit de talento especializado supera los 50,000 profesionales en gestión de cadenas de suministro, automatización y sostenibilidad.
A estos desafíos se suman la incertidumbre sobre el T-MEC, la escasez de recursos naturales como el agua en regiones industriales clave, y un suministro eléctrico que según el Banco de México ha registrado interrupciones en el 81.6% de las empresas del sur, el 55% del centro y el 49.7% del norte. La consultoría Kearney señala que los riesgos geopolíticos han aumentado un 15% como factor determinante para la relocalización de operaciones, lo que explica en parte la pausa actual del nearshoring.
Sin embargo, el potencial permanece intacto. El Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec busca conectar el Pacífico con el Atlántico en tiempo récord, y se espera que 47 nuevos parques industriales entren en operación en 2025 para responder a la demanda creciente. La clave está en la velocidad: si México no acelera su transformación logística, otros mercados más ágiles aprovecharán la oportunidad de la reubicación industrial.
Logística española: el modelo que crece contra la corriente europea
La historia española ofrece lecciones valiosas. Madrid ha consolidado su liderazgo como hub logístico del sur de Europa, registrando 440,000 metros cuadrados de contratación logística en el primer semestre de 2025, más del 30% del total nacional. La capital española absorbe el 60% de los flujos internacionales de mercancías que entran al país y el 33% de las españolas. El aeropuerto de Barajas, cuarto hub de carga aérea de Europa, gestionó 767,000 toneladas de material en 2024.
Barcelona, por su parte, se ha posicionado como el principal gateway mediterráneo, con su puerto ocupando el cuarto lugar en contenedores del Mediterráneo. La ciudad catalana aprovecha su condición de puente estratégico hacia el norte de África y América Latina, con conexiones intermodales que integran transporte marítimo, ferroviario y aéreo. La demanda de espacios logísticos en la zona ha sido tan intensa que la disponibilidad en algunas áreas como Tarragona se ha reducido a menos del 10%.
El éxito español no es casual. Responde a una combinación de inversión en infraestructura de última generación, digitalización avanzada y una apuesta decidida por la sostenibilidad. Empresas como Amazon, DHL y operadores globales han instalado centros de distribución altamente automatizados que aprovechan la posición estratégica del país para servir simultáneamente a Europa, África y América. La Agencia Logística de la Comunidad de Madrid, creada en 2025, busca coordinar estos esfuerzos y consolidar al país como hub mundial de distribución.
El Logistics Performance Index del Banco Mundial sitúa a España en el puesto 13 a nivel global, un reconocimiento a su capacidad para gestionar eficientemente el transporte, almacenamiento y distribución de mercancías. La inversión en el segmento logístico superó los 1,400 millones de euros en 2024, un incremento del 21% respecto al año anterior, mientras que regiones como Andalucía anuncian inversiones históricas de 160 millones de euros hasta 2030 para consolidarse como plataforma del sur de Europa.
Lo que distingue al modelo español es su integralidad: no basta con tener buena ubicación; es necesario desarrollar talento especializado, adoptar tecnologías avanzadas y crear un ecosistema regulatorio que facilite las operaciones. España enfrenta ahora el desafío de incorporar más de 15,000 profesionales en logística para sostener su crecimiento, una señal de que incluso los líderes deben seguir evolucionando.
El espejo transatlántico: lecciones cruzadas
La comparación entre España y México revela similitudes fascinantes y diferencias instructivas. Ambos países funcionan como puentes continentales: España entre Europa, África y América Latina; México entre América del Norte y América Latina. Ambos cuentan con acceso a múltiples océanos y una red de acuerdos comerciales que facilitan el intercambio internacional. Y ambos enfrentan la oportunidad de convertirse en plataformas logísticas de clase mundial en sus respectivas regiones.
Las diferencias, sin embargo, son igualmente reveladoras. Mientras España ha logrado crear un ecosistema logístico maduro con altos niveles de digitalización y automatización, México aún lucha con la modernización de su infraestructura básica. España ha invertido significativamente en formación de talento especializado y en la creación de instituciones coordinadoras; México enfrenta un déficit crítico de profesionales capacitados y desafíos de coordinación entre el sector público y privado.
La experiencia española sugiere que el potencial geográfico por sí solo no garantiza el éxito. Es necesario un esfuerzo coordinado que combine inversión en infraestructura física, adopción tecnológica, desarrollo de capital humano y políticas públicas orientadas a la eficiencia. También muestra que la sostenibilidad no es un lujo sino un requisito competitivo: los inversionistas globales buscan cada vez más cadenas de suministro con bajas emisiones de carbono y prácticas responsables.
Para México, el camino está claro pero exige acción urgente. La ventana de oportunidad del nearshoring no permanecerá abierta indefinidamente. Otros países latinoamericanos compiten por captar las inversiones, y las empresas que relocalizan sus operaciones necesitan ver certidumbre, eficiencia y capacidad de ejecución. España demuestra que es posible crecer contra la corriente europea cuando se combinan los factores correctos; México tiene todos los ingredientes para replicar ese éxito, pero debe actuar con decisión.
La colaboración entre ambos países podría generar beneficios mutuos significativos. España podría servir como puerta de entrada de productos mexicanos a Europa y África, mientras que México podría facilitar el acceso español al mercado norteamericano. El intercambio de mejores prácticas en digitalización logística, formación de talento y desarrollo de infraestructura sostenible podría acelerar la transformación de ambos sistemas.
En un mundo donde la resiliencia de las cadenas de suministro se ha vuelto prioridad estratégica, España y México tienen la oportunidad histórica de consolidarse como nodos logísticos esenciales del comercio global. El espejo que se ofrecen mutuamente no solo refleja similitudes geográficas, sino también el potencial de dos países que, bien posicionados en el mapa, deben ahora demostrar que pueden convertir la geografía en destino.


