El asfalto de las carreteras michoacanas se tiñó ayer de verde limón, no por accidente, sino por desesperación. Decenas de productores de la región de Apatzingán protagonizaron una de las protestas más contundentes del Paro Nacional Agropecuario al lanzar toneladas de limón fresco directamente sobre las vialidades, en un acto que busca visibilizar la crisis que atraviesa el sector citricultor del país.
“¡Lo quieren regalado, ahí está!”, resonaban las voces de los agricultores mientras vaciaban caja tras caja del fruto que representa su sustento. La escena, tanto dramática como simbólica, refleja la frustración acumulada de quienes dedican su vida al campo y ahora se ven obligados a destruir su propia cosecha ante la imposibilidad de venderla a precios justos.
Los limoneros michoacanos aseguran que los precios actuales de compra no cubren ni siquiera los costos de producción. Entre fertilizantes, mano de obra, agua y transporte, la inversión supera con creces lo que reciben por su producto. “Si esto es lo que vale nuestro trabajo para las autoridades y para el mercado, preferimos tirarlo antes que malbaratarlo”, expresó uno de los manifestantes con evidente indignación.
La protesta no se limitó al limón. En las regiones aguacateras de Uruapan, Peribán y Tancítaro, los productores de oro verde replicaron la medida, arrojando su cosecha en señal de hartazgo. Cultivadores de berries, jitomate y otras hortalizas se sumaron al movimiento en diferentes puntos de la entidad, convirtiendo a Michoacán en uno de los epicentros más activos del paro agropecuario nacional.
Los manifestantes demandan al gobierno federal una serie de medidas urgentes: precios de garantía que permitan rentabilidad, apoyos económicos directos al campo, mejor infraestructura de riego, acceso a créditos blandos y atención inmediata a la problemática de inseguridad que afecta severamente la producción agrícola en diversas zonas del estado.
Bloqueo de autopista
La protesta escaló cuando grupos de agricultores decidieron cerrar puntos estratégicos de la red carretera estatal. La autopista Siglo XXI, una de las arterias más importantes para el comercio en Michoacán, fue bloqueada durante varias horas por contingentes de productores que exigían ser escuchados.
Tractores, camionetas y cientos de manifestantes tomaron ambos sentidos de la circulación, generando embotellamientos de varios kilómetros. El flujo vehicular quedó completamente paralizado en tramos clave que conectan a Michoacán con otros estados del país, afectando no solo a automovilistas particulares sino también al transporte de carga comercial.
Las autoridades estatales de tránsito implementaron desvíos provisionales, pero la saturación fue inevitable. Decenas de tráileres con mercancía perecedera quedaron varados bajo el intenso calor, mientras automovilistas expresaban su solidaridad con los manifestantes, aunque también su preocupación por los retrasos en sus traslados.
Los productores advirtieron que mantendrán los bloqueos de manera intermitente hasta obtener respuestas concretas del gobierno. “No queremos afectar a la ciudadanía, pero necesitamos que nos volteen a ver. Llevamos años siendo ignorados mientras el campo se muere”, expresó un portavoz de los manifestantes.
Bloqueo de campesinos
Además de las autopistas, las carreteras federales y estatales también fueron objetivo de los bloqueos campesinos. En distintos municipios de Tierra Caliente y la región de Apatzingán, grupos organizados de agricultores establecieron puntos de control que interrumpieron la circulación desde tempranas horas.
Las comunidades rurales se volcaron masivamente a las movilizaciones. Familias enteras, incluidos adultos mayores y niños, se sumaron a las filas de manifestantes para hacer visible su situación. Muchos portaban pancartas con consignas como “El campo alimenta a México, pero México no alimenta al campo” y “Precios justos o más protestas”.
El ambiente era de determinación. Los campesinos organizaron asambleas en plena carretera, donde discutían estrategias y establecían turnos para mantener los bloqueos activos las 24 horas. Algunos llevaron alimentos preparados y equipos para pernoctar en caso necesario, dejando claro que no abandonarían sus posiciones sin avances tangibles.
La Guardia Nacional y policías estatales mantuvieron presencia en los perímetros de los bloqueos, pero evitaron confrontaciones directas. Las autoridades optaron por establecer mesas de diálogo, aunque hasta el momento los acuerdos han sido mínimos y los productores insisten en que necesitan compromisos por escrito y con plazos definidos.
Los bloqueos campesinos también generaron debates en redes sociales, donde la opinión pública se dividió entre quienes apoyan las demandas del sector agrícola y quienes critican los métodos de protesta por sus afectaciones a la movilidad. Sin embargo, organizaciones civiles y académicos han respaldado la legitimidad de las exigencias, señalando que el modelo económico actual ha abandonado al campo mexicano.
El movimiento amenaza con expandirse si no hay respuestas gubernamentales. Líderes campesinos de otras entidades han expresado su solidaridad y advierten que podrían sumarse a las movilizaciones, lo que convertiría esta protesta regional en un conflicto de alcance nacional con serias repercusiones para el abasto y la economía del país.