En el tablero geopolítico de la manufactura global, Sonora está jugando una partida maestra. Mientras el nearshoring redibuja los mapas de la producción mundial, este estado fronterizo no se conforma con ser espectador: está construyendo la infraestructura física y humana para convertirse en el epicentro de una transformación industrial sin precedentes, con los semiconductores como protagonistas de esta nueva era.
La apuesta es audaz pero calculada. Con una inversión superior a los 1,600 millones de pesos en la ampliación del puerto de Guaymas, la modernización de rutas ferroviarias hacia Nogales y el desarrollo de corredores carreteros estratégicos, Sonora está tejiendo una red logística que promete cambiar las reglas del juego. Pero lo verdaderamente revolucionario no está en el concreto ni en el acero: está en la visión de convertirse en el semillero de talento que alimentará la industria tecnológica más codiciada del planeta.
“Nos estamos preparando para una nueva ola de nearshoring”, afirma Jesús Gámez, presidente del Consejo Nacional de la Industria Maquiladora y Manufacturera de Exportación (Index) Sonora. Y los números le dan la razón: mientras la región de Phoenix, Arizona, atrae inversiones cercanas a los 200 mil millones de dólares en semiconductores, Sonora se posiciona como el socio estratégico indispensable, el único con la capacidad de proveer lo que ninguna tecnología puede reemplazar: talento humano calificado y bilingüe.
El panorama no está exento de desafíos. La política arancelaria estadounidense ha generado turbulencia, y algunas inversiones permanecen en pausa, esperando señales más claras desde Washington. Sin embargo, el optimismo cauteloso que caracteriza al sector industrial sonorense no ha frenado los planes de expansión. Al contrario, la incertidumbre ha servido como catalizador para acelerar proyectos que consoliden la ventaja competitiva de la región.
La transformación del puerto de Guaymas ejemplifica esta estrategia de anticipación. La reciente formalización del contrato con SSA Marine México para operar una Terminal de Usos Múltiples es apenas el primer capítulo. La verdadera revolución llegará con la Zona de Actividades Logísticas en Empalme: 88 hectáreas estratégicamente ubicadas a solo 10 kilómetros del puerto, perfectamente conectadas con la infraestructura ferroviaria de Ferromex, y diseñadas para conformar trenes unitarios que fluyan sin fricciones hacia la frontera a través de los corredores multimodales Guaymas-Arizona y Guaymas-Mexicali.
Esta zona no solo facilitará el movimiento de minerales, granos y vehículos que tradicionalmente han transitado por Sonora. Su diseño está pensado para atraer empresas con vocación manufacturera de alta tecnología, aquellas que requieren movimientos de carga precisos, tiempos de entrega reducidos y una coordinación logística impecable. En otras palabras, está diseñada para la industria de semiconductores.
Hermosillo, San Luis Río Colorado, Nogales y Ciudad Obregón no se quedan atrás. Nuevos parques industriales brotan en estas ciudades como respuesta a la demanda anticipada. El parque Norte del Desierto, las instalaciones en la zona poniente de Hermosillo y los proyectos en desarrollo hacia el sur conforman un ecosistema industrial que está listo para recibir la próxima generación de inversiones. Las naves especulativas en Nogales y el parque industrial binacional entre San Luis Río Colorado y Mexicali son apuestas concretas a un futuro que ya está tocando la puerta.
Pero si hay un as bajo la manga de Sonora, ese es la energía. Con 15 centrales solares que generan 1,357.1 megawatts, el estado lidera la producción de energía fotovoltaica en México. Esta no es una estadística casual: es el ingrediente esencial para atraer la manufactura de semiconductores y electromovilidad, industrias tremendamente demandantes de electricidad. Sonora no solo tiene la energía; tiene la energía correcta, limpia y renovable, exactamente lo que exigen las corporaciones tecnológicas globales comprometidas con la sustentabilidad.
Industria de semiconductores
La industria de semiconductores está viviendo su momento más disruptivo desde la invención del transistor. Estos diminutos componentes electrónicos son el corazón pulsante de prácticamente toda la tecnología moderna: desde smartphones y computadoras hasta vehículos autónomos, sistemas de inteligencia artificial y equipos médicos de vanguardia. Sin semiconductores, la economía digital simplemente no existiría.
La pandemia de COVID-19 expuso brutalmente la fragilidad de las cadenas de suministro globales cuando la escasez de chips paralizó industrias enteras. La respuesta ha sido un replanteamiento estratégico masivo: Estados Unidos y sus socios comerciales están invirtiendo cientos de miles de millones de dólares para diversificar y regionalizar la producción. La CHIPS Act estadounidense, con sus 52 mil millones de dólares en subsidios, es solo la punta del iceberg.
Phoenix, Arizona, se ha convertido en el nuevo Silicon Valley de la manufactura de semiconductores. TSMC, Intel y otras gigantes tecnológicas están construyendo fabricación avanzada en la región, pero enfrentan un obstáculo monumental: la escasez de talento. Se estiman necesarios al menos 139,000 ingenieros especializados, una cifra que la fuerza laboral estadounidense simplemente no puede satisfacer. Esta brecha es la oportunidad histórica de Sonora.
La manufactura de semiconductores no es una industria cualquiera. Requiere salas limpias con ambientes controlados al nivel molecular, procesos de fotolitografía que trabajan con precisión nanométrica, y cadenas de suministro hipersincronizadas donde un retraso de horas puede costar millones. Pero sobre todo, requiere ingenieros altamente capacitados, técnicos especializados y operadores con conocimientos avanzados. Es una industria intensiva en conocimiento, no solo en capital.
Semiconductores en México
México no parte de cero en esta carrera. El país tiene una larga tradición en manufactura electrónica de alta tecnología, con más de 50 años de experiencia en la industria maquiladora. Jalisco, conocido como el “Silicon Valley mexicano”, alberga operaciones de Intel, IBM y HP. Baja California, Chihuahua y Querétaro han desarrollado ecosistemas robustos de manufactura electrónica. Sin embargo, la oportunidad actual es cualitativamente diferente: no se trata solo de ensamblar componentes, sino de participar en las etapas más sofisticadas de la cadena de valor.
Statista proyecta que los ingresos en el mercado de semiconductores en México alcanzarán los 51,940 millones de dólares en 2025, un indicador claro de la expansión acelerada del sector. Pero más allá de las cifras, lo verdaderamente transformador es la oportunidad de desarrollar capacidades tecnológicas avanzadas que posicionen a México no como un simple ensamblador, sino como un socio estratégico en innovación.
Sonora, junto con Baja California, Chihuahua, Querétaro y Jalisco, está en la mira de las corporaciones tecnológicas que buscan ingenieros bilingües y talento calificado. La ventaja de Sonora es su proximidad geográfica inmediata con Arizona, que permite la creación de lo que Gámez llama una “mega región” binacional. Esta integración va más allá de la geografía: implica alinear programas educativos, certificaciones técnicas, y estándares de calidad entre ambos lados de la frontera.
La visión es ambiciosa pero factible: crear en Sonora un ecosistema completo de proveeduría para la industria de semiconductores de Phoenix. Esto incluye desde la manufactura de componentes específicos hasta servicios de ingeniería, desarrollo de software embebido, y eventualmente, investigación y desarrollo. El horizonte temporal estimado es de tres a cinco años, un parpadeo en términos industriales pero una eternidad en términos de preparación.
El éxito de esta estrategia depende de múltiples factores convergiendo simultáneamente. La iniciativa privada debe invertir en capacitación y desarrollo de talento. Las universidades y centros de formación técnica deben actualizar sus programas curriculares para alinearse con las necesidades específicas de la industria. El gobierno estatal debe continuar invirtiendo en infraestructura física y energética. Los sindicatos deben adaptarse a las nuevas realidades laborales de una industria de alta tecnología. Y todo esto debe suceder en una ventana de tiempo limitada, antes de que otras regiones capturen la oportunidad.
Sonora está haciendo su tarea. La infraestructura logística está tomando forma, la energía renovable está disponible, y los parques industriales están listos. El siguiente paso es el más crucial: desarrollar el talento humano que hará realidad esta visión. Si lo logra, Sonora no solo capitalizará la nueva ola de nearshoring; se convertirá en una pieza indispensable de la arquitectura tecnológica de Norteamérica, el puente humano e industrial que conecta la innovación con la manufactura del futuro.


