La medida llega en el peor momento posible: a semanas de la temporada de mayor demanda del año y en vísperas del Mundial de fútbol. Tres aerolíneas mexicanas—Aeroméxico, Volaris y VivaAerobus—perdieron de un plumazo conexiones vitales hacia ciudades como Nueva York, Los Ángeles, Miami, Chicago y Houston, precisamente los destinos más solicitados por viajeros mexicanos.
Esta no es una acción aislada ni improvisada. Es el capítulo más reciente de una batalla diplomática que comenzó hace dos años, cuando el gobierno mexicano decidió reubicar los vuelos de carga internacional al AIFA, argumentando que el aeropuerto capitalino estaba saturado. Washington interpretó ese movimiento como una violación de los acuerdos bilaterales de aviación y ahora cobra la factura.
Rutas de México a Estados Unidos: el mapa de las cancelaciones
VivaAerobus es la aerolínea que recibe el impacto más severo. Nueve de sus rutas que partían del AIFA quedaron eliminadas del mapa: Austin, Nueva York, Chicago, Dallas, Denver, Houston, Los Ángeles, Miami y Orlando. Para una compañía de bajo costo que había apostado fuertemente por el aeropuerto de Santa Lucía, esto representa un revés operativo considerable.
Aeroméxico, la línea de bandera, perdió dos conexiones desde el AIFA: Houston y McAllen, Texas. Pero hay más: también se canceló su ruta recién anunciada entre el Aeropuerto Internacional Benito Juárez y San Juan de Puerto Rico, un proyecto que apenas había despegado en septiembre pasado.
Volaris enfrenta la suspensión de su vuelo del AIFA hacia Newark, Nueva Jersey, una puerta de entrada clave a la zona metropolitana de Nueva York. Aunque su exposición es menor comparada con VivaAerobus, la cancelación afecta una de las rutas más rentables del corredor México-Estados Unidos.
El Departamento de Transporte estadounidense no se detuvo ahí. Propuso además prohibir el transporte de carga en compartimentos de equipaje en vuelos mixtos (pasajeros y mercancías) que salgan del Benito Juárez hacia Estados Unidos. Esta restricción, aunque suena técnica, tiene implicaciones prácticas enormes para la logística binacional.
Rutas de Estados Unidos a México: las implicaciones para el turismo y los negocios
El veto estadounidense no solo afecta a quienes viajan desde México. La reciprocidad implícita en los acuerdos de aviación significa que estas cancelaciones también complican los planes de estadounidenses que buscaban visitar México durante el invierno, tradicionalmente una temporada dorada para el turismo mexicano.
Fernando Gómez, consultor especializado en aeropuertos, advierte que estamos ante una contracción deliberada del mercado. “El sesenta por ciento de los vuelos que salen de México tienen como destino Estados Unidos. Al reprimir estas rutas, Washington concentra el mercado, reduce la competencia y deja a las aerolíneas mexicanas con menos margen de maniobra”, explica.
Para el turismo mexicano, las consecuencias podrían ser devastadoras. Antonio Cosío, presidente del Consejo Nacional Empresarial Turístico, reconoce que el gobierno de Claudia Sheinbaum ha comenzado a permitir el regreso gradual de aerolíneas de carga al aeropuerto capitalino en horarios menos congestionados, una concesión que busca suavizar las tensiones. Sin embargo, estas medidas llegan tarde.
La jugada de Trump tiene múltiples lecturas. En el contexto de la renegociación del T-MEC, este veto funciona como palanca de presión. Washington envía un mensaje claro: las decisiones unilaterales de México sobre infraestructura aeroportuaria tienen consecuencias tangibles. El AIFA, ese proyecto emblemático del sexenio anterior que costó miles de millones de pesos, queda ahora marginado del mercado más importante para la aviación mexicana.
El timing no es casual. Con las fiestas decembrinas a la vuelta de la esquina y el Mundial en el horizonte, la presión sobre el gobierno mexicano se multiplica. Miles de pasajeros verán frustrados sus planes de viaje, las aerolíneas enfrentarán pérdidas millonarias y el sector turístico sufrirá un golpe justo cuando esperaba su mejor temporada.
La orden del Departamento de Transporte argumenta que México negó a las aerolíneas estadounidenses “una oportunidad justa e igualitaria para competir” cuando transfirió las operaciones de carga al AIFA. Desde esa perspectiva, las cancelaciones de rutas son una represalia proporcional. Pero en el terreno práctico, son los viajeros comunes—mexicanos y estadounidenses—quienes pagarán el precio de esta disputa entre gobiernos.
Volaris ha anunciado que buscará alternativas para la ruta suspendida a Newark, mientras que la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transporte permanece en silencio, esperando que sea la presidenta Sheinbaum quien defina la postura oficial del gobierno mexicano.
Lo que comenzó como una medida para descongestionar el aeropuerto capitalino terminó convirtiéndose en un conflicto diplomático con ramificaciones económicas profundas. El AIFA, concebido como solución, ahora aparece como parte del problema. Y mientras México y Estados Unidos miden fuerzas, son los pasajeros—atrapados entre dos gobiernos inflexibles—quienes sufren las consecuencias de una guerra comercial disfrazada de regulación aeroportuaria.


